• Patatas

• Carne de guisar (morcillo)

• Aceite

• Pimentón (opcional)

• Cebolleta

• Ajo

• Pimienta

• Perejil

      En una cazuela apropiada se echa aceite hasta cubrir el hondón, se echa una rodajita de pan, un diente de ajo laminado y un par de ramas de perejil. Cuando esté todo bien dorado, se echa en el mortero, se machaca todo junto y se reserva. Mientras de dora el ajo y el perejil se corta una cebolla o cebolleta en trozos pequeños y se echan a sofreír a fuego lento después de haber sacado el ajo, el pan y el perejil.

       Mientras tanto se van pelando las patatas y cortándolas en trozos apropiados y rasgándolas, haciendo que crujan al partirlas. Una vez dorada la cebolla se saca y se reserva. Se echa los trozos de carne y se rehogan bien hasta que queden dorados. (Si no se dispone de olla rápida o si la carne no fuera tierna, se debe optar por echar un poco de agua o de caldo de carne porque no sería suficiente el tiempo de cocción de la patata para que se haga la carne. De tal modo que se debería cocer la carne hasta que se evapore todo el agua).

     Una vez rehogada la carne, se echan entonces las patatas y se sofríen dos minutos junto con un poco de perejil bien picado. Se añade un poco de pimienta molida. Al final, si nos gusta que el guiso quede más rojo, se espolvorea un poquito, muy poco, de pimentón (dulce o picante) sobre las patatas, la punta de una cucharilla. Una vez sofrito el pimentón muy rápidamente, se echa lo que habíamos machacado en el mortero desleído con agua o caldo de carne. Se echa también la cebolleta que habíamos reservado, se cubre todo con el caldo/agua, se echa la sal y se dejan cocer. Se pueden hacer en olla rápida y en 20 minutos estarían listas.

        Un vino prieto picudo clarete o un toro tintorro serían, pienso yo, las mejores opciones. Todo eso después de una mañana de trabajo o deporte intenso, con un buen pan de leña, tranquilidad y la compañía de la familia es un plato inigualable y que no necesita más complemento que una conversación intrascendente, una siesta relajada y después, si acaso, una buena lectura o, en su defecto, un película escogida.